Desarrollo Personal

Los órdenes de la ayuda

Como seres humanos dependemos de la ayuda de otros. Solo así nos podemos desarrollar. También necesitamos ayudar a otros.  Al ayudar servimos a los otros y también a nosotros mismos. Quien recibió de otro lo que necesita,  quiere retribuir y compensar la ayuda recibida.

La ayuda que recibimos de los padres es demasiado grande para ser compensada. A ellos solo podemos darles el reconocimiento y agradecimiento por el regalo recibido. La compensación, en este caso se la daremos a los otros (por ejemplo a nuestros hijos) o a través de las obras que dejamos en este mundo.

Para poder ayudar,  primero tenemos que haber recibido y tomado.  Solo entonces sentimos la necesidad y la fuerza de ayudar a otros.  Para completar este círculo virtuoso es fundamental que a quienes queremos ayudar necesiten aquello que estamos dispuestos a dar y estén abiertos a recibirlo.

Con esta base podemos enumerar 6 principios básicos

Primer Orden

Uno da solamente lo que tiene y puede tomar lo que necesita.  El desorden sería intentar dar aquello que no tengo o recibir aquello que no necesito.  Este tipo de ayuda es humilde, renuncia a la exigencia y también al dolor.

Segundo Orden

La ayuda debe contemplar circunstancias que envuelven a quien se trata de ayudar, por ejemplo enfermedades hereditarias,  eventos difíciles por los que han pasado ancestros (guerras, emigraciones, etc.),  condiciones de vida en la cuál se ha criado, etc.

A  muchos ayudadores les resulta difícil soportar el destino del otro y lo quieren cambiar, sin reconocer e integrar las circunstancias por las que ha pasado.

Cuando las acepto y reconozco la ayuda guarda una fuerza especial.

Tercer Orden

Muchas personas que ayudan piensan que deben hacerlo como padres a hijos pequeños.   Y también muchos que piden ayuda lo hacen como niños hacia sus padres.  Y es común que esta relación se prolongue en el tiempo por este tipo de vínculo dependiente.

O sea que este tercer orden sería que el ayudador se encuentra con otra persona adulta (par) y colabore con su crecimiento.

Cuarto Orden

El ayudador debe ver a la persona que solicita su ayuda como parte de un sistema.  Este sistema familiar nos marca, nos limita,  nos abre y nosotros influimos también al sistema.  Integrando el sistema en nosotros es donde reconectamos con nuestra verdadera fortaleza.

Quinto Orden

El ayudador debe abrir su corazón hacia la persona que pide ayuda y hacia su entorno,  estar al servicio de la reconciliación y la integración de los procesos.  Lo que se reconcilia en mi corazón puede reconciliarse en el sistema del cliente. El desorden seria el juicio, el involucrarse con una parte y tomar partido.

Sexto Orden

Este orden es agregado por mí (y me hago responsable).  Para ayudar a otro primero hay que haberse ayudado a uno mismo. Creo que hacerlo desde ese lugar equivale a una “verdadera” ayuda.  O sea la ayuda parte desde nuestro interior Ejemplo: es incoherente ir a limpiar la casa del vecino mientras la mía se mantiene tapada de mugre.  He visto esta actitud en muchos ayudadores que prefieren mirar hacia afuera e ignorar o tapar lo que sucede en su interior.

En definitiva la ayuda debe ser humilde y estar al servicio de aliviar la necesidad del otro (y no la propia),  debe dar apoyo en lugar de quitar fuerzas.

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