Terapias Holísticas

EL RECHAZO- UNA DE LAS CINCO HERIDAS DE LA INFANCIA:

En primer lugar conviene reconocerlas en sus manifestaciones en nuestro presente, después comprender su origen (suceso real o interpretación del mismo), aceptándolas sin juzgar y aprender de la experiencia; en su momento será el tiempo de perdonar nuestra percepción y permitirnos soltar.
Esas heridas se producen en las relaciones con la madre, el padre y el entorno familiar y social. Cada ser humano puede poseer y manifestar dentro de su energía vital esas cinco heridas, en muchas ocasiones varias de ellas muy presentes y las otras más sutilmente visibles.
Aunque tiene una impacto más profundo en su generación en determinadas etapas del desarrollo infantil (hasta los 4 años), no por ello pueden implantarse como conflictos programantes iniciales en los años infantiles y preadolescentes.
1. EL RECHAZO Y LA MÁSCARA DE RETIRADA.
Rechazar alguien es repelerlo, echarlo. La persona que nos rechaza nos dice “No te quiero a mi lado”. La persona que nos abandona dice “No puedo tenerte conmigo”, y nos deja para ir en busca de algo o de alguien. Hay que tener clara la diferencia entre rechazo y abandono.
La herida del rechazo es muy profunda, pues le hace sentir a uno que su “derecho a existir” está siendo rechazado. Un ejemplo claro son los bebés que no son bienvenidos cuando su concepción no es buscada por los padres. Se activa incluso en el vientre materno.
La herida se activa sobretodo en la relación con el padre del mismo sexo. Es del todo habitual en estos casos, que no aceptes o odies al padre que tiene el mismo sexo que tú. Esta sensación de rechazo no significa necesariamente que tu padre te rechazara, pudiera significar que tu interpretaste una o varias experiencias como si fueran un rechazo de tu persona. Otra persona lo podría haber vivido como una humillación.
Entiende que cuando un padre no se acepta sí mismo/a (se rechaza) y tiene un hijo del mismo sexo, es normal y humano que inconscientemente rechace a ese hijo, pues constantemente le recuerda su propio auto-rechazo. Si sufres de la herida del rechazo, la no aceptación del padre del mismo sexo explica las dificultades que tienes en aceptarte y amarte a ti mismo/a.
“El padre del mismo sexo nos enseña a amar, a dar amor. El padre del sexo contrario nos enseña a ser amados, a recibir amor”.
La persona con esta herida tiene ganas de desaparecer. No quiere ocupar su espacio en la vida por miedo a ser rechazado. La máscara tras la cual se esconde esta herida se llama “retraimiento”, “retirada”.
Sus cuerpos casi no tienen carne en los huesos, indicando que quieren desaparecer. Son personas que se cuestionan su derecho a existir, y parecen que no están totalmente encarnadas o enraizadas en sus cuerpos.
Los niños que construyen la máscara de retirada para no sentir el rechazo, son niños que viven en un mundo imaginario, son niños calmados que no hacen demasiado ruido y pasan desapercibidos. Sus cuerpos parecen frágiles y eso hace que la madre sobreproteja al niño. Los niños sobreprotegidos se sienten sofocados por la madre; se sienten rechazados por no ser aceptados con sus limitaciones, tal y como son. La persona que sufre el rechazo vive separada del mundo material, incluso de su instinto sexual. Suele atraer parejas que le rechazan sexualmente, o simplemente decide cortar su sexualidad por considerarla «poco espiritual».
Los retraidos creen que no tienen ningún valor. Por eso intentarán ser perfectos, para merecer ese valor que sienten que les falta. Un hombre que se diga «A los ojos de mi padre no soy nadie, y no hago nada bien» intentará ser perfecto (con todo el sufrimiento que conlleva tal exigencia) para ganarse algo de auto- valoración. Para ellos, ser juzgados por lo que hacen es igual a ser rechazados. Quieren hacerlo todo tan perfecto que les toma más tiempo de lo normal.
Los retraidos no sabrían qué hacer si reciben demasiada atención. Es como si su existencia fuera demasiada para ellos mismos. Por eso prefieren estar solos. Al aislarse lo que hacen es sentirse más y más marginados o rechazados. Los retraídos se angustian cuando piensan que han podido rechazar algo o alguien (especialmente del sexo opuesto). Si tienes miedo a rechazar a alguien, probablemente terminarás haciéndolo. Cuanto más miedo tenemos, más probabilidades hay de que ese algo se materialice.
Los retraídos se comparan con otros, y siempre se encuentran con menos valía que los demás, de ahí su baja autoestima. Les cuesta creer que alguien se pueda fijar en ellos e incluso enamorarse de ellos. Normalmente sabotean o minusvaloran sus propios éxitos, pues no se sienten merecedores. Si sienten que acaparan demasiado espacio o atención, se bloquean pensando que están molestando a los demás, y temen ser rechazados. La parálisis ocurre sobretodo con personas del mismo sexo.
Los retraídos tienen miedo a dar su opinión si no se les pregunta, por miedo a confrontar a los demás, y exponerse a un rechazo. Tienen miedo a molestar a los demás. Se ocultan tras la máscara de la “vergüenza” que les impide mostrarse y ocupar su lugar. Sus ojos esconden miedo. Pueden tener problemas de memoria debido a ese miedo tan profundo.
Para retirarse y aislarse aún más pueden acudir en ocasiones a las adicciones de drogas o alcohol.
No se permiten ser niños, se fuerzan a madurar rápido pensando que así serán menos vulnerables al rechazo. Por eso parte de su cuerpo parece a la de un niño.
Como tienen dificultad para reconocerse como “alguien”, a menudo tratan de llegar a ser como otra persona.
La herida del rechazo genera un comportamiento esquizoide, desprendido de lo material, perfeccionista e intelectual. Pasa por fases de gran amor y por fases de odio profundo. No cree en su derecho a existir. Busca la soledad y posee la capacidad de hacerse invisible y huir de la realidad y la vida.
Generalmente esta herida se produce entre los seis meses de gestación y los doce meses de vida. A menudo se produce con el cuidador del mismo sexo.
Si reconoces que sufres de la herida del rechazo, es muy probable que el padre de igual sexo que tu también la sufra, y no sólo se haya sentido rechazado por su padre del mismo sexo, sino que se sienta rechazado por ti.
Acusamos a otros por todo lo que hacemos nosotros pero no queremos ver. Por eso atraemos personas que nos muestran qué hacemos a los demás o a nosotros mismos.
Una vez la herida está sanada, detrás de esa máscara de retraimiento se encuentran personas:
-Con muchos recursos, dotados para lo creativo y la imaginación.
-Capaces de trabajar solos.
-Eficientes y con capacidad para tratar el mínimo detalle.
-Capaces de actuar en casos de emergencia.
-Pueden ser felices en su soledad.
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