LAS OFENSAS DE MI EX-PAREJA.

— Maestro, no puedo olvidar las ofensas de mi ex-pareja. Me parece un ser malvado, con una mente muy enferma. Le di lo mejor de mí durante mucho tiempo. Siento que ahí perdí demasiado tiempo.

— ¿No tienes nada más que hacer?

— ¿Sobre qué, Maestro? No entiendo tu pregunta.

— Me parece que te consideras practicante en el sendero espiritual por donde andas, ¿no es así? Te he visto en silencio en algunos recintos, como reflexionando.

— Por supuesto. Sí me considero practicante con un compromiso real.

— Pero no puedes olvidar. Es decir, no puedes perdonar. ¿Cómo practicas, entonces?

— Siendo una mejor persona. Pero es que si conocieras a mi ex-pareja, entenderías…

— Entiendo porque te conozco a ti. Te falta practicar la generosidad, la presencia mental, la gratitud… al menos en ese caso.

— Practico todo eso.

— Te has creado un gran engaño, y eso contribuye a tu confusión.

-Si lo hicieras, te darías cuenta que ni tú, ni tu ex-pareja son la misma persona de entonces. Que cada quien hizo lo que creyó apropiado en su momento; que esa persona te brindó su tiempo tanto como tú le brindaste el tuyo. Y sí, perdiste demasiado tiempo. No aprovechaste sus ‘ofensas’ para reconocer si algunas de ellas eran sobre cosas reales de tu actuar. Las que no, las podías dejar de lado, y escucharle para saber cómo actúas. Si no te lo dicen, no siempre te puedes dar cuenta. Y enferma, quién no. Si tu mente fuera sana, no le juzgarías ni guardarías resentimientos, que a la persona que más daño le hace es a ti. Si ni a ti te cuidas, eso significa que tienes mucho qué hacer para conocerte y amarte. Ya luego podrás darte la oportunidad de formar nueva pareja, sin que te quejes porque no actúas de acuerdo a tus expectativas.

«Perdonar a quien te daña es la única terapia que te acabará curando».